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martes, 21 de abril de 2015

La oración y el estado del alma

La oración es una gracia que Dios ha puesto en nuestra vida y que pocas veces valoramos como tal. El poder hablar con Dios es un don precioso, y mucho más precioso es saber que Él nos escucha y que también nos responde.

La oración es la conversación con Dios, es estar con nuestro Dios, con nuestro Padre, con nuestro Amigo. Con Aquel que nos ama infinitamente y que se regocija en el tiempo que le dedicamos como un verdadero Papá.

En la oración, nuestra alma, encuentra el reposo en el corazón de Dios. Nuestra alma recibe las caricias llenas de amor y misericordia de nuestro Dios, que nos ayudan a sanar, a fortalecernos, a erradicar las manchas del pecado.

En la oración nuestra alma disfruta del tiempo eterno que anhela, que busca, que desea, que aspira. No nos olvidemos que somos de Dios, para Dios hemos nacido y a Dios tendemos. Somos hijos de Dios, como tales, estamos hechos a su imagen y semejanza, y el alma es nuestra parte esencialmente comunicadora entre Dios y la humanidad.

Por eso es tan importante el tiempo de oración, es respirar con el alma de par en par en el ámbito de cielo, de santidad, de divinidad porque es el encuentro con Dios mismo.

Tratemos a nuestra alma como ese tesoro que llevamos dentro, procuremos el encuentro con Dios para que todo lo que somos, Espíritu, alma y cuerpo se llene del amor y la misericordia derramados en cada momento de oración, así nuestra vida experimentará los cambios necesarios para la santidad. Amén



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