Buscar este blog

miércoles, 22 de abril de 2015

La imagen de Dios en nosotros

Siempre hemos conocido a través de la catequesis que hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios, que el ser humano es la obra culmen de la creación.

Sabemos también que el ser humano no es una criatura más, sino que somos hijos de Dios. Dios nos hecho sus hijos a través del Sacramento del Bautismo.

Todas las verdades de Fe que la Iglesia nos enseña ¡Las sabemos! y en parte es muy bueno tener conocimiento, porque cuando uno sabe algo eso implica que puede hacer opciones, que puede actuar en consecuencia, que puede disfrutar de una verdad y hacerla realidad.

Entonces, el punto es que contamos con esa imagen de Dios, pero no siempre se vislumbra en nosotros esa realidad. Pocas veces podemos ver la imagen de Dios en el ser humano actual, no digo en todos, pero sí en una gran mayoría.

La imagen del ser humano hoy en día es el egoísmo, la envidia, la violencia, la competencia, la avaricia, la injusticia, la falta de amor, de sinceridad, de respeto, las incoherencias, la mentira, la falsedad y bien podemos seguir haciendo una larga lista de la imagen que estamos dando como hijos de Dios.

Es necesario, es urgente, que los que decimos saber, conocer, amar y servir a Dios cambiemos esa imagen anteponiendo el verdadero testimonio de amor y entrega. Es necesario que levantemos la voz y la vida misma, que digamos con palabras y obras, que dejemos ver la imagen de Dios en nosotros.

Esa imagen de paz, de solidaridad, de fraternidad. Esa imagen de bondad, misericordia, perdón, Imagen de cuidado y de atención al hermano, imagen de justicia. Esa imagen de lo que Dios es y de lo que Dios ha puesto en nuestro corazón a través de su Gracia.

Es tiempo que dejemos de pensar, como siempre les digo, en la imagen que me transmite el otro y preocuparme por la imagen que yo estoy dando, por lo que yo transmito, por mi propio testimonio.

Es hora de comprometernos de verdad en el seguimiento de Cristo, es hora de decir que somos cristianos, hijos de Dios, hijos de la luz, seguidores del Maestro con nuestra vida. Es hora de callar los grandes y bonitos discursos y empezar a vivir, a dar testimonio, a contagiar de lo que estamos convencidos que somos: ¡Hijos de Dios! Amén.



No hay comentarios:

Publicar un comentario