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sábado, 18 de abril de 2015

El Reino de Dios también depende de tu decisión

Todos sabemos que el Reino de Dios ya está entre nosotros y también sabemos que está en nosotros.

El Reino que Jesús vino a instaurar, que bien lo dijo, no es de este mundo, está presente y al alcance de todos.

Pero así como lo dijo Jesús, queda bien claro, que ese Reino no es de este mundo, pero otra cosa que debe quedarnos clara es que ese Reino ¡Es para el mundo!

Un Reino de amor y justicia, que es lo que tanto anhelamos y pedimos, un Reino de paz y alegría, que siempre deseamos, un Reino de igualdad de condiciones y oportunidades, un Reino donde todos podemos ser lo que que nuestro corazón desea sin miedos, sin trabas, con el buen ejercicio de la libertad, un Reino de cielo verdaderamente.

Eso es lo que todos, en mayor o menor medida, llevamos dentro nuestro. Pero que también, no todos, estamos dispuestos a realizarlo con la ayuda de Dios.

Por eso el título de esta reflexión: el Reino de Dios también depende de tu decisión. De la decisión de cada uno, de una verdadera y libre decisión de vivir de acuerdo a las leyes de Dios, de vivir el mandamiento del amor, de poner en práctica las enseñanzas de Jesús.

Lo que tanto deseamos no se dará si cada uno de nosotros no nos decidimos a hacer lo que nos corresponde, a vivir en obediencia. Tampoco lo lograremos exigiendo que los demás cambien sin hacer nosotros nuestra parte. El Reino es la vida de cada uno y con mi propia decisión ayudo a que se extienda y se logre la instauración total.

Ya es tiempo de que las quejas de lo que sucede en el mundo queden a un lado y que los que ocupamos el mundo hagamos algo por mejorar. Simplemente unidos a Dios y haciendo lo que a Él le agrada lo vamos a lograr. No es tarea fácil pero no es tampoco imposible.

Desterrando el egocentrismo que nos domina, dejando caer el orgullo y dando lugar al amor todo puede tener su cambio. Y si el otro no cambia tampoco yo tengo que detenerme a mirarlo sin hacer nada, procuro mi cambio y contagio a los demás. Así como tenemos para decir del otro seguramente el vecino tiene algo para decir de mi. El cambio es de todos y el Reino de Dios depende de una decisión: LA TUYA Y LA MÍA. Amén


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