Buscar este blog

jueves, 14 de agosto de 2014

LA CORRECCIÓN FRATERNA (Segunda parte)

¿Que es lo que se debe corregir?

El Señor lo dice muy claro: “Pero si tu adviertes al justo para que no peque”. La materia de corrección es el pecado. Todos sabemos que el pecado es una ofensa a Dios. Que puede ser en mayor o en menor grado, pero siempre ofende a Dios. Hay pecados que nos alejan de la amistad con Dios, nos apartan de la vida de Gracia, son los pecados graves o mortales.

Por lo tanto, queda más que claro, que el motivo y/o materia de corrección es el pecado. Todo aquello que pueda hacer que mi hermano se aleje de Dios, y eso requiere de mi parte una atención especial. No como chusma queriendo ver cuando mi hermano cae en pecado, sino con la solicitud del amor, que si Dios me permite ver algo que no le agrada o que le ofende, no me lo hace ver para que me ria, me burle, se lo eche en cara, sino que me lo permite para que yo “temple a mi hermano” “cuide fraternalmente”.

No es motivo ni materia de corrección los defectos de mis hermanos, o todo eso que a mi me moleste, no puedo dirigirme a corregir simplemente porque algo no me gusta o me molesta pero no ofende a Dios, solo me irrita a mi. Eso lo puedo charlar con mi hermano para darle la oportunidad de que se exprese y me comente porqué hace tal o cual cosa, pero tampoco para pedir cuentas del actuar, sino para tratar de entender, comprender y aceptar al hermano como es.
Lo que tengo que buscar incansablemente es cambiar el pecado en el hermano, pero no su remera arrugada que en nada ofende a Dios.

Por ejemplo: Un hermano insiste y persiste en no participar de la Santa Misa los días domingo, no cumpliendo así con la obligación de amor que todos tenemos de santificar las fiestas y celebrar el día del Señor. Y nadie le dice nada, nadie lo invita a dejar esa frialdad de pecado y llegar al calor del sacramento, nadie se ocupa de acompañarlo incluso, porque tal vez no sabe, no entiende, no le gusta ir solo, la familia no lo acompaña (infinidad de motivos), pero todos por ahí andan murmurando que fulano no va a Misa. La corrección en este caso es importante y urgente, no nos podemos callar, no podemos dejar que nuestro hermano, esa alma que está a nuestro cuidado se siga perdiendo, es nuestro deber hacerle ver que eso ofende a Dios y le hace daño a él mismo. Y no hace falta hacerle una exhortación tipo reto, mostrandole el dedo índice: “mira que si no vas a Misa tal cosa” “mira que si no vas a misa tal otra”. El amor es ingenioso. Y una invitación de un hermano un domingo, otra invitación de otro hermano otro domingo, enseñarle, compartirle las vivencias, tratar de que de a poco se vaya dando cuenta de que está en un error ¡ESO ES CORREGIR!

La corrección no es hacerle caer un montón de palabras sobre el alma del hermano y dejar que se levante como pueda, la corrección es decirle al alma del hermano que Dios lo ama y quiere que cada día sea mejor, y que eso que por ahora está haciendo no lo glorifica.


Pero puede suceder que algo grave como este ejemplo no se corrija, pero una pequeña molestia se hace un motivo de corrección. Una molestia podría ser “me molesta que ese hermano hable mucho”. En este caso se le puede decir también, como expresé anteriormente para entender porque actúa así, pero no es pecado hablar mucho. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario