Buscar este blog

lunes, 23 de junio de 2014

¿POR QUÉ NOS RESULTA TAN FÁCIL JUZGAR?

"No juzgues para que no seas juzgado. Porque, con el juicio que juzguen serán juzgados, y con la medida con que midas serás medido. ¿Cómo es que miras la brizna que hay en el ojo de tu hermano y no reparas en la viga que hay en tu ojo? ¿O cómo vas a decir a tu hermano: Deja que te saco la brizna del ojo, teniendo la viga en el tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces podrás ver para sacar la brizna del ojo de tu hermano"

La hipocresía de la vida queda reflejada en este pasaje del Evangelio, donde el mismo Jesús nos dice "HIPÓCRITAS". Digo que Jesús nos dice porque creo firmemente que la palabra de Dios es viva y eficaz, es actual, es para cada uno de nosotros ahora. Y ahora Jesús utiliza esa palabra para darnos un consejo.

Como cristianos lo que más nos urge es seguir a Jesús, sino no tiene sentido el título de cristianos. En primer lugar viene a mi mente las luchas, peleas y hasta daño que nos hacemos entre las "religiones" que se denominan cristianas. Todas intentando sacarnos de los ojos las supuestas "basuras que tenemos" pero ninguna mirando hacia el interior para ver las "vigas que nos adornan".

Estos juicios y proselitismo nos alejan de la UNIDAD. Y todo porque no somos capaces, como seres humanos, de respetarnos. Respetar al otro significa aceptar su opinión y esperar que mi opinión sea respetada, dentro de un diálogo de paz, armonía y amor. Y llegar al acuerdo que Dios quiere y que siempre ha querido para sus hijos. 
Pero ¡NO! Resulta tan difícil encontrar lo que nos une que más bien nos divertimos resaltando lo que nos divide, lo que nos daña, lo que erramos...  ¡PERO TODOS NOS DENOMINAMOS CRISTIANOS!

Nos cabe el título de HIPÓCRITAS cuando no somos capaces de examinarnos, de tomar un camino de santidad en serio, cuando no somos capaces de ir hacia adelante en el camino que Cristo nos ha mostrado, cuando disentimos con la Fe y hacemos lo que se nos ocurre o se nos viene en ganas. Más exigimos a los demás que lo hagan, que crezcan y que, encima, nos tengan paciencia porque nosotros no sabemos lo que queremos.

Nos cabe el título de HIPÓCRITAS cuando ejerzo la corrección pero me falta la fraternidad, cuando le echo en cara a mi hermano lo que hace mal pero no busco la gloria de Dios en el, cuando le paso por sus narices todos sus pecados como si yo fuera Dios pero no lo exhorto a un verdadero cambio de vida y a vivir en el amor, cuando mis palabras no sanan los corazones sino que los hieren porque están cargadas de resentimientos y sin amor.

Nos cabe el título de HIPÓCRITAS cuando no nos animamos a dar una respuesta verdadera al Señor y a sus propuestas, a jugarnos por enteros, a decir un ¡SI! rotundo y radical. Cuando andamos a las vueltas y buscando no se que cosa en Dios y nos perdemos de disfrutar a Dios. Cuando pretendemos que otros nos den testimonio de Dios, que nos transmitan a Dios y no lo adoramos en nuestro interior, no lo reconocemos en nosotros y desde nosotros para los demás.

En realidad, el ser humano, vos y yo, tenemos el título de HIPÓCRITAS cuando gritamos a todo el mundo que amamos a Dios pero todo el mundo se queda esperando que ese amor se desborde para amar a todos como hermanos. Amén


No hay comentarios:

Publicar un comentario