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sábado, 26 de octubre de 2013

LA DUDA, LA RAZÓN Y LA CONFIANZA

Tres aspectos importantes de la vida. Tres aspectos cotidianos que van marcando decisiones y van dejando consecuencias, algunas alegres otras no tanto.

Es muy bueno poder detenernos a ver de que se trata cada uno y poder, también, discernir qué nos conviene seguir usando y qué es mejor descartar, ya que a lo que verdaderamente debemos aspirar todos es a tener una vida feliz, simple y llena de buenas decisiones.

La duda es la vacilación, la indeterminación, incertidumbre, dilema, muchas palabras que nos dejan ver de que se trata esta cuestión. Para poder nosotros ver si nos es útil o no vamos a situarnos en las cuestiones normales de la vida, en los momentos en los cuales necesitamos tomar una decisión importante ¿De qué nos sirve la duda? ¿Para qué nos sirve? La respuesta concreta de la primer pregunta es: Nos sirve de palo en la rueda, es decir, para trabar lo que tenemos que decidir, para retrasar la toma de decisiones, para excusarnos y no jugarnos por lo que nos parece justo, lógico, ideal. La duda nos sirve para desencantar, para desanimar, para caminar hacia atrás, para retroceder, pero nunca nos servirá de catapulta hacia una buena decisión. la duda nos dejará siempre en la mitad, estancados en una nada, indefinidos. Y en la vida humana no es bueno, y mucho menos en la vida espiritual. Y la segunda respuesta: Nos sirve para nada. 
Absolutamente nada podemos hacer si dudamos. con la duda no se dan pasos, ni pequeños ni importantes, con la duda no se avanza, con la duda solo se consigue quedarnos en la mitad del camino.
Poniendo un ejemplo sencillo: vamos manejando un automóvil por una ciudad que no conocemos pero ayudados por un GPS, quien nos va dictando como hacer para llegar al destino que nos convoca. Pero en el trayecto y a pesar de la ayuda nosotros comenzamos a pensar ¿Y si está equivocado el aparato? ¿Y si no llego a tiempo? ¿Y si me indica mal? Y entonces detenemos el auto ¿Al detener el auto que sucede? Lo único que se logra con esa indecisión es que el auto se detenga, que no lleguemos a tiempo, incluso hasta nos exponemos a que nos suceda algo en el medio del camino. Y eso lo logró la duda. La duda nos lleva a tomar decisiones erradas, si bien en algún momento decidimos, pero la decisión no es acertada, está motivada por esa incertidumbre que no nos deja ver la realidad concreta. El gps en el ejemplo del auto es la seguridad de que se llegará, seguir las instrucciones es la mejor determinación, y la duda es la traba para seguir.
Por lo tanto, entonces, queda muy claro que la duda no tiene lugar ni razón de ser en nuestra vida. Los hijos de Dios no dudan, los hijos de Dios siguen fielmente las instrucciones de su padre y así, certeramente, conseguirán todo lo que EL ha preparado en el camino.

La razón, otro aspecto de nuestra vida, es un don de Dios. Hemos sido dotados de inteligencia, voluntad, nuestro Padre nos ha regalado el poder de razonarlo todo, de encontrarle un sentido acorde a la naturaleza humana, de poder ver las cosas con lógica y darle una explicación a casi todo. Digo a casi todo, porque bien sabemos, no todo tiene una explicación, no todo es ciencia, no todo es sabido en esta vida. 
La Gracia que tenemos es esta, poder razonar, poder entender, llegar a comprender. Lo que no significa que solo debemos razonar, entender, encontrarle explicación a todo. 
En nuestra vida de Fe hay muchas cosas a las cuales no le encontraremos una explicación, por eso la Fe y la razón deben caminar juntas. Así, donde no llega la razón, le sale al paso la fe y el camino se hace más fácil y feliz.
Cuando los seres humanos queremos explicarlo todo o razonarlo todo, es ahí, cuando nos vamos alejando del camino trazado por el Señor. No es que la razón sea mala, al contrario, lo dije al principio es un don de dios, es una capacidad que el único ser creado ha sido dotado con ella, pero Dios la completa con el don de la Fe para que podamos seguir el camino aún sin entender ciertas cosas, y tener la certeza de que todo está bien y ordenado para el bien de los hijos de Dios.
Gracias a la razón conocemos muchas cosas, incluso gracias a la razón conocemos a Dios. la razón nos ayuda a entender sus designios ya que podemos leer y comprender las escrituras. Ahora bien, cuando la razón quiere explicar más allá de lo que fue revelado o más allá de lo que supone el entendimiento humano, es cuando nos vemos privados de la verdad. Y digo esto por ejemplo, cuando intentamos darle explicaciones lógicas a los misterios de Dios, que al ser misterios son propiamente eso, es decir, no tienen más explicación, se llega hasta cometer herejías muchas veces, se llegan a decir cosas falsas, cosas que no son con tal de encontrarle una explicación a todo.
Lo malo de mantener un razonamiento equivocado es no darle el lugar a Dios en sus cosas, más bien querer saber más que Dios. Y lo bueno de la razón es que gracias al entendimiento que recibimos podemos conocer a Dios.
En conclusión, razonar es don de Dios, equivocarnos en el razonamiento es lo que nos daña. Y muchas veces tomamos decisiones desacertadas por darle demasiado lugar al razonamiento. 
Esto no significa que tenemos que andar por la vida como locos sin pensar lo que se hace, no, muy por el contrario, hay que pensar para poder determinar situaciones, y hay que usar la razón para no hacer desastres, y sobre todo, hay que orientar el razonamiento a Dios. Una pregunta muy sencilla que en la vida diaria nos ayudaría mucho a tomar buenas decisiones razonando sería esta: ¿Qué haría Jesús en esta situación? o ¿Qué querrá mi Padre Dios que haga en esta circunstancia?
La razón usada como tal y con la ayuda de Dios es un arma tremenda hasta para desenmascarar las marañas del enemigo, que intenta poner tinieblas en el entendimiento, oscurecer las verdades, hacernos creer cosas que no son y ponernos a pensar más de la cuenta. Así que el buen uso de la razón es camino asegurado y ventajoso en los planes de Dios y en la felicidad de ser sus hijos.

La confianza es todo lo contrario a la duda y es el complemento de la razón. la confianza es la seguridad o firme convicción que se tiene de algo o de alguien. Es el ánimo o la determinación que se tiene, incluso, de uno mismo. Por lo tanto, la confianza viene a disipar toda duda y a animar la razón para que nuestra vida sea a la medida de Dios. la confianza hace que podamos saltar obstáculos, hace que caminemos, hace que busquemos lo mejor de cada cosa confiados en que lo obtendremos. La confianza nos capacita para ser fuertes y determinados, porque nos da el ánimo de que vamos sobre seguro.
Es una virtud, es un don, es un sentimiento, es lo que debemos pedir con insistencia y dejarnos inundar por ella, así podremos agradar a Dios y vivir felices.
Quien confía en el Señor no queda defraudado nunca, porque Dios es fiel. Y Dios que es fiel premia la confianza de sus hijos en cada momento y nos hace crecer para su gloria. 
La confianza puesta en Dios es la mejor opción para que podamos obtener esa vida que todos deseamos, para ver cumplidas la promesas de Dios y para dar testimonio de su gran amor. Amén


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