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miércoles, 16 de octubre de 2013

EL PODER DE LA ORACIÓN

El poder de la oración radica en la fe y el convencimiento del Poder de Dios, ya que es a EL a quien va dirigida nuestra oración y es EL quien dará una respuesta conforme a su voluntad, pero también conforme a nuestro compromiso e inteligencia para orar.

Dios responde a la oración, siempre. La respuesta de Dios es a la medida de Dios, nunca será a la medida humana. Y Dios nos capacita, con la unción de su Espíritu, para que podamos orar como nos conviene, para que podamos orar con su mismo poder, y para que podamos, como dijo Jesús "hacer las mismas obras que él".

Entonces ¿Cuál es el verdadero poder de la oración? El verdadero poder de la oración es orar en ESPÍRITU Y EN VERDAD. 
Así como nos dice San Pablo, en la carta a los Romanos, capítulo 8, versículos 26-27: "Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos".

Es decir, es el mismo Espíritu de Dios, que conociendo su voluntad como Dios que es, ora en nosotros clamando lo que realmente es bueno, con toda inteligencia y sabiduría, con toda justicia y humildad, con toda verdad y grandeza, a la medida de Dios.

Por eso, cuando oramos, no debemos repetir fórmulas aprendidas simplemente, está muy bien rezar, está muy bien emplear las oraciones poderosas que nos ponen en comunión con toda la iglesia, está muy bien emplear las novenas y sacramentales que nos ayudan y que son medios eficaces; pero la oración de poder es otra cosa: ES DEJAR QUE EL ESPÍRITU SANTO ORE EN NOSOTROS.

Quien mejor que el mismo Dios clame en nosotros su santa voluntad y revestidos de su poderosa autoridad podamos conseguir los objetivos que EL mismo tiene para nuestra vida. Dios se glorifica sin medidas, sin límites, en el corazón que se une a su oración, en el corazón que se reconoce débil y pide el auxilio que viene de lo alto para orar.

Y esa autoridad de Dios se nos transmite desde el Santo bautismo, por lo que podemos usarla y reclamarla en nuestra oración, y obtener el favor de Dios siempre que oremos, ya que es un don de su amor, es el actuar de su Gracia, es el poder de los hijos de Dios que oran animados por el Espíritu Santo.

¿Qué cosa no sabrá Dios que necesitamos? Dios todo lo sabe, todo lo puede, todo lo ve. Imaginemos, usemos un momento la imaginación; ese Dios potente orando en nosotros según su voluntad ¿Qué cosa, situación, circunstancia no se podrá resolver? Si Dios sabe como hacerlo, entonces orando en nosotros obtiene solución para su gloria. 
No es por las muchas palabras que digamos que la oración será eficaz, sino por el grado de espacio o lugar que le demos a Dios en nuestra oración.

Cuando entendamos esto nuestra vida comenzará a ver nuevos frutos y a prosperar espiritualmente, y el crecimiento será como Dios quiere. 

Hagamos la prueba y dejemos que Dios sea Dios y experimentaremos que la oración ¡SI! QUE TIENE PODER, porque el poderoso es EL. Amén

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