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jueves, 2 de junio de 2011

EVANGELIZAR

Si anuncio el Evangelio, no lo hago para gloriarme: al contrario, es para mí una necesidad imperiosa. ¡Ay de mí si no predicara el Evangelio!

San Pablo nos abre su corazón, asi como a la comunidad de Corinto, para participarnos de la gran necesidad de predicar que Él tenia, su más profundo sentimiento: PREDICAR EL EVANGELIO.

Anunciar el Evangelio, predicar a Cristo, nunca debe ser en nuestra vida un motivo para robarle la gloria a Dios, sino, por el contrario, debe ser para darle gloria a Él.
todo lo que hacemos y todo lo que podemos hacer es porque Dios lo permite, es porque Él nos da la capacidad y los dones, es porque está dentro de su voluntad.
Nada podemos hacer por nuestros propios medios, todo nos viene de Dios; por lo tanto, todo debe volver a Dios en gloria y alabanza.

Ridículo sería creernos que porque podemos hacerlo o porque asumimos que tenemos capacidades para predicar, pensar que somos nosotros; Solo Dios es el importante!

Dios nos elije y a cada uno nos regala dones y capacidades para que en la sociedad en la cual vivimos podamos aportar nuestra presencia de su mano; y a algunos nos concede la gracia especial de predicarlo; lo que no significa que no todos podemos hacerlo, claro que sí, todos podemos predicar a Cristo.
Pero es verdad también que no todos tenemos el don de predicación, por ejemplo, como Pablo.

Yo me gozo en el Señor porque él me ha brindado esta capacidad y es mi gran pasión, predicarlo, exhortando a mis hermanos a la vida en Él, y confiando profundamente en la acción del Espíritu Santo.
Pero predicar no solo es hablar de Dios, predicar es vivir!! Por eso ¡¡Ay de mi si no predico el Evangelio!! ¡¡Ay de mi si no vivo el Evangelio!!

Esa es la predicación a la cual todos estamos llamados, y especialmente, aquellos que tenemos la misión de ejercer un don de la predicación, para que nuestra vida sea coherente entre lo que decimos y lo que vivimos.

si nuestro diario vivir concuerda con el Evangelio, seremos un claro ejemplo de predicación, tocaremos corazones y caminaremos en sendas de santidad.
Es el mensaje que debemos dar, es lo que nos dice San pablo: ¡¡Ay de mi si no predico!!

Evangelio=vida. AMÉN

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