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viernes, 29 de abril de 2011

¡ÚNICO NOMBRE!

Todos tenemosun nombre que nos da identidad. Cuando hablamos de tal o cual persona llamándola por su nombre, sabemos quien es y sabemos lo que queremos decir de ella. La conocemos!!
Hay nombres que resuenan en nuestra mente porque son nuestros seres queridos, suscitan en nosotros el amor y todos los buenos sentimientos que tenemos hacia ellos.
Hay otros nombres, que por ser públicos, también nos ayudan a identificar a las personas y sus ideologías, sus formas, sus ejemplos, etc.

Pero hay un NOMBRE, como lo dice la misma Palabra de Dios, SOBRE TODO NOMBRE y en ese Nombre todos tenemos salvación. San Pablo nos dice que ese Nombre ha sido dado a los hombres para la salvación, y es el Nombre poderoso de JESÚS.
Bien, todos sabemos que Jesús existió e incluso muchas personas hoy llevan su nombre. Pero, no es simplemente llevar su nombre, sino que es llevar su vida en nuestra vida lo que nos dará la salvación.
Al pronunciar el Nombre de Jesús, cada uno de nosotros, debería sentir muy profundamente comunión con Dios, porque su Nombre significa:
DIOS SALVA!!!
Al pronunciar el Nombre de Jesús todos deberíamos sentir el gozo de la salvación; la alegría de conocerlo, de saber de Él y el gran deseo de proclamarlo.
Al pronunciar el Nombre de Jesús todos deberíamos tener bien claro quien es y que desea del ser humano, que nos ha enseñado y cuales son sus huellas.
El Nombre de Jesús no es un nombre más, es el Nombre del Hijo de Dios que vino al mundo no para condenar, sino para salvar, para dar vida eterna y quien vive en comunión con Él lo consigue.
Por eso, no es simplemente usar su Nombre como una expresión más o en momentos inoportunos, sino que debemos pronunciar Nombre de salvación en todo momento de nuestra vida para que realmente Jesús obre y nos salve.
Al Nombre de Jesús toda rodilla se dobla, dice también San Pablo, en el cielo, en la tierra y en los abismos... que bueno sería tener como hábito pronunciar muchas veces al día el Nombre de Jesús, rodearnos de salvación y ahuyentar de nosotros toda tendencia al mal.
Reflexionemos sobre este regalo de Dios y practiquemos reconocer este nombre con la Persona Divina que lo llevó cuando compartió nuestra naturaleza humana.
Amén

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